...El tipo aquel que cierto día se preguntaba sobre las reacciones que tendría ante la teoría que se había formulado meses atrás, tuvo su revelación.
La respuesta y las palabras que tanto temía escuchar se hicieron presentes. Sentía la necesidad de quedarse en completo silencio, de tragarse sus palabras (y las de ella también), de quedarse solo por un instante, de analizar la situación, de lamentarse, de cuestionarse tantas cosas… Pero no pudo, por alguna razón estúpida todas las necesidades elementales que le venían a la mente en ese minuto y medio se fueron al carajo y quiso demostrar cierto grado de seriedad, de madurez, de comprensión, aunque por dentro se deshacía en pedacitos.
Conozco su posición ante este tema, se que la acepta, la goza y no se queja de la misma; tantas veces en sus conversaciones internas ha sabido definir los parámetros de ella, sé que no cambiaría nada, que está en una situación cómoda y exacta, que podría pasar el resto de su vida así. Y justamente así, es muy feliz, le encanta la idea. Pero, él siempre guardaba una ligera esperanza, aun sabiendo lo complicado de la situación. Y que si es complicada la situación!
El conocer la realidad fue un golpe duro, aunque ya estaba preparado; y ahora sólo espera enfrentarlo, verlo de frente, en vivo, palparlo, conocerlo, moderar su lenguaje físico y emocional, tener las palabras adecuadas para el momento cumbre del encuentro. Aun así, y queriendo convencerse de todo esto, no puede evitar ponerse a temblar.
-¿Es lo que quiero ver el resto de mi vida?- se pregunta. -¿Es a lo que voy a tener que enfrentarme, afrontar cada maldito segundo de vida?, ¿Cómo puedo quedarme así?. No se visualiza en un futuro viviendo esto. Lo aterra.
Y no puede evitar, además, pensar en lo que da por perdido. Esto lo pone peor que lo anterior. Más porque es una persona que jamás se da por vencida. Y sabe que toda su felicidad, la tiene ahí. Ahí, cerquita, al alcance, a nada. Que existen barreras, enormes barreras es cierto, pero no quiere aceptarlas; se niega rotundamente a que éstas sean lo suficientemente enormes para dar al traste con lo que él asegura saber, es lo ideal para los 2. Y que a veces cree, se vuelve una forma bastante intolerable de ocultar lo que sienten.
Así que… Al ver su temor y su preocupación, un amigo se acerca. Trata de animarlo, diciéndole tantas cosas que nuestro actor principal ya sabe, que se ha repetido en infinidad de ocasiones, que las conoce como la palma de su mano. Llega un momento, en que lo sorprende con una frase que en ese instante no la capta de la forma adecuada. Pero los días siguientes a ésta conversación, se vuelve una constante en los minutos a solas que tiene, y no puede dejar de repetírsela y analizarla de tantas formas. “Un desastre es un huracán”. Quizá no parezca tan profunda o conmovedora, pero supo llegar al punto.
Y es que… ¿Cuál es ese otro temor que no le permite actuar? El Conoce algo elemental. Por más cosas que hayan pasado, por demás cosas que lleguen a pasar, su relación nunca cambiará…. Ese “desastre” no llegará. ¿Entonces?
Parece que quiere luchar. Sabe que no perderá nada al hacerlo. Solo le falta dar ese paso. Tomar la decisión. Arriesgarse.
Y hasta ahora, creo que tiene el valor para declararlo. Que lo tenía en cuenta anteriormente, pero tal vez nunca demostró una total seguridad al expresarlo, ni al pensarlo. Pero él ya sabe, que hasta este día, su futuro no lo visualiza de otra manera. Por fin lo dice totalmente convencido. El sentirse completo sólo puede darse de una manera.
La única forma es con ella.
Jotin
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