22 de enero de 2016.
Tengo casi año y medio sin entrar a actualizar este espacio que, durante algún tiempo, sirvió como una catarsis a lo que ocurría en el día a día de mi vida.
Año y medio donde compartí mi vida con una persona maravillosa. Una gran mujer. Pero lamentablemente, tantas diferencias y problemas que con el tiempo crecían más y más ocasionaron que el amor se fuera llenando de cicatrices. Mi corazón no pudo más.
Hoy, miles de cosas recorren mi cabeza. Su nombre, su cara, su cuerpo, su risa y su mirada las tengo grabadas fielmente en mi memoria. Llega un momento en que pierdo la razón y quiero hablarle, decirle lo mucho que la amo, que la extraño y que quiero estar con ella, pero esa misma razón me tranquiliza y me dice que pare.
La manera tan distinta de ver la vida, de pensar, de analizar y de concretar ideas son una loza bastante pesada que ya no se puede cargar.
Hoy, creo que el final es inevitable y es tangible. No hay marcha atrás.
Sólo quiero decirte lo que no te pude decir la última vez que hablamos.
Gracias por tu amor, Verónica.
Nunca te voy a olvidar.
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