Un mes exacto desde mi última publicación. Y vaya si mi vida ha dado un giro intempestivo. Primero que nada, afortunadamente voy dando mis primeros pasos dentro del periodismo, laboro como reportero en un diario local. En el plano estrictamente profesional estoy contento, pleno y con ganas de seguir creciendo en este ámbito.
En segundo lugar, mi vida sentimental ha cobrado otro matiz. Sin preámbulos, lo puedo resumir en una sola palabra: Decepción.
Hace unas cuantas semanas, publiqué en una nota sobra la necesidad de mantenerme entretenido en otras cosas que no fueran mis problemas con mi ex pareja. Mencioné que para ambos, el laborar o estar ocupados sería un alivio a las situaciones que estábamos viviendo y tengo que admitir que ha servido.
Quizá el mantener mi cabeza trabajando y ocupada en otras cuestiones, me abrió la puerta para darle un vistazo a mi relación desde afuera y ya no vivirla desde adentro. Además, distintas situaciones que han servido de puntal para comenzar a analizar de otra manera las cosas.
Hoy, puedo decir con toda seguridad que mi relación no terminó el 28 de febrero, terminó meses antes. Acabó cuando tanta palabrería y argumentos tan banales como enfermedades de cierta persona, problemas económicos que solventar y cuando la negativa a demostrar cariño se hicieron presentes.
Acabó meses antes, cuando esa "confusión" latente era el presente de una persona, y su servidor pasó a segundo plano.
Se comprobó, al saber que un día después de nuestro "rompimiento" oficial, aquella persona estaba contigo. Se comprobó a los 2 días, cuando te vi llorar desconsolada por una mala jugada de esa misma persona.
Se comprobó a las 2 semanas, cuando decidiste estar con esa persona.
Se comprobó al mes, cuando argumentando una "venganza", decidiste empezar algo que, ahora comprendo, estaba en tu cabecita desde hacía mucho tiempo atrás, el volver a compartir con esa persona.
Para mi, las acciones son más evidentes que las palabras.
Me doy cuenta que las prioridades son distintas. Me doy cuenta que te tenía en un pedestal, cuando yo estaba en otro escalón de tu vida.
Me doy cuenta que estas en una relación con alguien con quien deseabas estar, que volver a compartir vivencias con una persona que marcó tanto tu vida era tu prioridad.
Hoy me doy cuenta de esto, porque al mencionarte tantas veces los porqués de realizar esas acciones, siempre salías con evasivas o que sabías lo que hacías. Te molestabas aunque decías que no te molestabas. Pasan los días, has logrado tantos hechos en tu vida recientemente y sigues manteniendo tu plan. No quieres deshacerte de lo que tienes ahora. Las demostraciones de amor son cada vez más recurrentes y descaradas, cuando anteriormente hasta mostrabas vergüenza por el que dirán.
Todo esto me decepcionó. Me hizo sentir poca cosa.
Pero no sé caer, cuando voy hacia el suelo de rodillas, me levanto de maneras que todavía no comprendo.
Tengo que confesar que aunque tenía todo esto en mente, hubo un suceso que detonó este pensamiento, el finalmente comprender lo siguiente:
El suceso, fue la vez que iba hacia tu casa, un día después de tener una discusión referente al tema. Todo ese día martes, me dije que no ganaba nada con actitudes bélicas, que debía de llevar la fiesta calmada. Iba con la intención de platicar, de pasar un rato agradable, de sonreír, de verte y darte un abrazo, de cambiar la situación del día anterior y... ¿Qué pasó?
Justo a 4 cuadras de llegar a tu casa...
- Acaba de llegar...
Sólo opté por recomponer mi camino y tomar otra dirección. En ese preciso momento comprendí, que si, efectivamente estabas dentro de una relación formal con otra persona, con la que te encontrabas agusto y yo ya no podía interferir en ello. Es darte cuenta que una simple visita ya no sé podía dar. Es darte cuenta que llegar sin avisar a tomar una cerveza o escuchar música o lo que sea, ya no se puede dar. Es aceptarlo...
Por cierto, me has preguntado si te odio. La verdad yo no sé odiar. No sé si afortunada o lamentablemente no sé hacerlo. Te puedo reiterar el gran amor que siento por ti. Y que aquí voy a seguir andando, porque me queda buen tramo que recorrer en la vida. Y la verdad, quiero que seas feliz, Si él es tu felicidad, bienvenido sea. Te repito, mereces lo mejor. Lástima que no haya sido yo.
"Llega un momento en la vida de las personas, en que se da cuenta que lo mejor que puede hacer es dar un paso al costado... Y dejar que el destino ubique las cosas a su conveniencia. Hoy es el momento".
El suceso, fue la vez que iba hacia tu casa, un día después de tener una discusión referente al tema. Todo ese día martes, me dije que no ganaba nada con actitudes bélicas, que debía de llevar la fiesta calmada. Iba con la intención de platicar, de pasar un rato agradable, de sonreír, de verte y darte un abrazo, de cambiar la situación del día anterior y... ¿Qué pasó?
Justo a 4 cuadras de llegar a tu casa...
- Acaba de llegar...
Sólo opté por recomponer mi camino y tomar otra dirección. En ese preciso momento comprendí, que si, efectivamente estabas dentro de una relación formal con otra persona, con la que te encontrabas agusto y yo ya no podía interferir en ello. Es darte cuenta que una simple visita ya no sé podía dar. Es darte cuenta que llegar sin avisar a tomar una cerveza o escuchar música o lo que sea, ya no se puede dar. Es aceptarlo...
Por cierto, me has preguntado si te odio. La verdad yo no sé odiar. No sé si afortunada o lamentablemente no sé hacerlo. Te puedo reiterar el gran amor que siento por ti. Y que aquí voy a seguir andando, porque me queda buen tramo que recorrer en la vida. Y la verdad, quiero que seas feliz, Si él es tu felicidad, bienvenido sea. Te repito, mereces lo mejor. Lástima que no haya sido yo.
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