7 de septiembre de 2016

De como "Karaoke" me recuerda a una mujer que no conozco.

Tengo la facilidad de conectar sucesos, personas y momentos con alguna canción. No es algo de presumir, pero así sucede. Y en este caso en particular, una mujer que no recuerdo ni su nombre tiene su recuerdo asegurado hasta el último de mis días.

Fue hace alrededor de 6 años. Unos amigos me invitaron a un bar y yo acepté. Lo que no me habían dicho es que al parecer se trataba de una cita de tres. Lo explico: uno iba con su novia, el otro iba para querer ligarse a la amiga de la novia y al parecer había una tercera acompañante que no estaba incluida en primer termino, por lo que decidieron buscar un tercer acompañante y si, ahí entro yo.

Al llegar, veo que todos se saludan, lo que me dio a entender que ya habían salido en una ocasión anterior. Y de repente, me presentan a esta muchacha. De estatura baja, delgada, morena clara, con el cabello suelto. Nada mi tipo. Pero bueno, la saludo y me presento para después comenzar la plática entre los seis. Palomitas y cerveza en la mesa. Todo muy ameno.

Al paso de los minutos, las parejas comenzaron a formarse. Quedo frente a esta muchacha. Tras unos minutos de hablar de nada, me hace la siguiente pregunta: “¿Te gusta Cerati?” De haber sabido la respuesta, me hubiera quedado callado. “Si”, contesté.

A partir de ahí, la mujer se transformó y comenzó a hablarme de cientos de teorías sobre las letras de Gustavo y las interpretaciones que le daba. Yo escuchaba callado y asentía con la cabeza. Después, vinieron las preguntas que siguen retumbando mi cabeza: “¿Has escuchado Karaoke? ¿Te gusta? ¿Tú que crees que quiera decir? ¿La has analizado?”. Sinceramente no contesté nada… Y ahí quedó todo. Tras unas horas cada quien se fue por su lado

Lo curioso de esto, es que cada vez que escucho en el radio o en mis listas de reproducción los primeros acordes de Karaoke, lo primero que se me viene a la mente es esta mujer cuestionándome si me gusta la canción y qué significado le encuentro.


30 de agosto de 2016

Martes de auto terapia

(Hay veces que la madrugada actúa como terapeuta y te ayuda a exteriorizar lo que te tiene mal) 

Contando este martes, son cinco días. 

Han sido difíciles. De un constante ir y venir de emociones. Unas cosas me tranquilizan, otras me revuelven el estomago, otras me decepcionan. Mientras tanto, trato de llevar el día a día haciendo como si no pasara nada cuando por dentro el 80% del tiempo estoy inquieto, reflexivo y desanimado. 

He sentido ese nudo en la boca del estomago tan reconocible cuando las emociones se apoderan del cuerpo humano.

Volvieron la colitis nerviosa, el malestar en el pecho, la ansiedad, las ganas de salir corriendo, de arrancarme la cabeza y dejar de pensar, el querer gritarte y hacerte entrar en razón. Pero todo esto me lo guardo para los momentos menos adecuados. 

Si de algo estoy seguro es que la imaginación es traidora por excelencia. Puedes crear miles de escenas y repetirlas una y otra vez en tu cabeza aunque no exista certeza en las mismas. Y a pesar de ello, cumplen con su cometido: joderte la vida.

Hoy extraño mucho lo que tenía. Duele preocuparse. Duele recordar. Pero hay cosas que están fuera de nuestro alcance y que por más que luchemos por cambiarlas no queda en nosotros modificarlas. ¿Qué si siento que hice lo que estaba en mí para ayudarla? Si. ¿Qué si es necesaria ayuda divina? Tal vez.  ¿Que me encuentro en una desesperación incómoda? También. 

Solamente pido al tiempo que por favor pase rápido. Y que las cosas se acomoden según su conveniencia. 

20 de julio de 2016

Exilio de fin de semana

(Previo: Tras mi escrito de principios de año, las cosas quisieron volver a su lugar; finalmente no se pudo dar). 

Y así finaliza la desconexión de 3 días. 

He vivido una semana de contrastes. Con altibajos emocionales. Con días en los que estoy tranquilo y otros en los que no aguanto la tristeza. Pero creo que por primera vez en mi vida, he pensado en mi persona por encima de cualquier otra y eso me ha hecho reflexionar y evaluar el sinfín de acontecimientos que he vivido en los últimos años. 

Me lo dijeron hace cerca de 2 años. Y lo tengo presente: "Llega el punto en que hay que ser egoístas, hay que estar con alguien que te haga una mejor persona, que te haga sentir mejor, que te deje algo". No digo que lo que tenía no era bello y emocionante, simplemente llegó a un punto en que la sensación era de un cambio personal muy profundo y una intranquilidad emocional que se hacía constante, y eso definitivamente no es bueno. 

Lo dijo Gustavo Cerati en una de sus tantas canciones: "El fin de amar es sentirse más vivo". Cuando el sentimiento no crece, no te alimenta y te nutre el alma, quiere decir que algo anda mal y no está cumpliendo uno de sus objetivos primordiales. 

Este fin de semana me dijeron lo siguiente y creo es algo acertado: Un adiós no es un fin, es una pausa. Un espacio para pensar bien las cosas, replantear planes, dejar que todo se vaya acomodando y con el tiempo decidir que es lo que sucederá. 

En fin. He pensado mucho. La música me sirve demasiado. Nunca nadie entenderá la calma que me provoca escuchar "Hallelujah" de Jeff Buckley en este periodo de mi vida. Tengo una extraña necesidad de calma que muy pocos comprenderán... Por eso quise tirarme en la arena, quedarme por horas observando el mar y escuchando música... 

Por ahora, me siento relajado y con muchas preguntas rodando en mi cabeza. Si me arrepiento de la decisión que tomé, no; si extraño lo que tenía, si. Sin embargo, la paz emocional también es necesaria para las personas... 

 Cambio y fuera.

22 de enero de 2016

A veces vuelvo...

22 de enero de 2016.

Tengo casi año y medio sin entrar a actualizar este espacio que, durante algún tiempo, sirvió como una catarsis a lo que ocurría en el día a día de mi vida.

Año y medio donde compartí mi vida con una persona maravillosa. Una gran mujer. Pero lamentablemente, tantas diferencias y problemas que con el tiempo crecían más y más ocasionaron que el amor se fuera llenando de cicatrices. Mi corazón no pudo más.

Hoy, miles de cosas recorren mi cabeza. Su nombre, su cara, su cuerpo, su risa y su mirada las tengo grabadas fielmente en mi memoria. Llega un momento en que pierdo la razón y quiero hablarle, decirle lo mucho que la amo, que la extraño y que quiero estar con ella, pero esa misma razón me tranquiliza y me dice que pare.

La manera tan distinta de ver la vida, de pensar, de analizar y de concretar ideas son una loza bastante pesada que ya no se puede cargar.

Hoy, creo que el final es inevitable y es tangible. No hay marcha atrás.

Sólo quiero decirte lo que no te pude decir la última vez que hablamos.

Gracias por tu amor, Verónica.

Nunca te voy a olvidar.

12 de septiembre de 2014

Revelaciones en Tijuana...



Curiosamente, todo ocurrió un día antes de partir. Una de las decisiones más difíciles de mi vida a través de un teléfono celular (si, a lo que nos ha llevado la tecnología), donde lo que más deseaba desde hacía varios meses atrás se me presentaba a puertas abiertas, y yo decidí cerrarlas.

No voy a mentir. Me costó bastante trabajo, que hasta hay momentos, de escasos segundos, en que me arrepiento de lo que elegí. Amo demasiado a esa mujer.

Parece que todo estaba planeado para que se diera de esa forma. A finales de julio decidí tomar vacaciones y mi elección fue retirarme por unos cuantos días a Tijuana. La fecha: el primer fin de semana de septiembre. La idea era simple, salir de la cotidianidad que representa el horario laboral y convivir una y otra vez con la misma gente.

A medida que se acercaba la fecha, distintas situaciones se fueron presentando y provocaron que mi deseo porque llegarán los días de libertad fuera más fuerte. 

 “No pierdas tu tiempo mostrándote sin velos ante quien tiene cataratas en los ojos”

Justamente en esos días, la ansiada oportunidad de empezar una relación se me presentó. No voy a mentir, no me lo esperaba. Lo único que hice fue intentarlo. A pesar del pasado que acarreaba la relación, quise darme la oportunidad. No me gusta quedarme con “hubieras”, más vale hacer el intento y dejar que el destino le dé cierto principio o final a los acontecimientos.
 
Dos días antes de partir, un miércoles, lo que apenas comenzaba a darse empezó a derrumbarse. Un día después, finalizó. Recuerdo mi última frase escrita en el celular: “No iré”. Sabía que con eso terminaba un periodo de más de 8 meses que me trajo varios sinsabores. Para mí, más buenos que malos.

“Una huida a tiempo o si no te llevarás una nueva decepción”

El viaje a Tijuana llegó en el momento justo. Hay ocasiones en donde lo más saludable es distanciarse de todo por un tiempo. Y en un principio no me estaba funcionando. Los recuerdos se agolpaban y casi lograban llevarme a un colapso, cosa que no sucedió.

Todo cambió el sábado, cuando después de rodar por las calles de la desconocida ciudad, llegué con mi único amigo en aquel lugar. No creo en las casualidades, pero si en las causalidades. Quizá fue el escuchar un discurso diferente a los que había escuchado anteriormente. Tal vez fue la forma en que se presentó la plática, pero en cierta forma me abrió los ojos.

Lo dijo de una forma que logró impactarme. Logró recordar varios momentos de la larga plática.

Me lo dijo un terapeuta. Las relaciones son como comprar un carro. ¿Si tuvieras dinero que carro comprarías? Obviamente el de mayor valor, el más nuevo, el que más te atraiga. Si no tienes dinero, ¿cuál comprarías? Pues el que te alcance. La cosa es que uno no debe conformarse con lo que “le alcance”. Nosotros debemos de hacernos a la idea y creérnosla de que contamos con el dinero para comprar el auto que deseamos. Hay que creer que podemos tener la relación adecuada y con la que te sientas más a gusto. Que podemos tener lo que queremos. No con la primera que salga.

Tal vez hiciste planes a futuro. Pero no hay que pensar en hubieras. Quizá es triste pero no se gana nada. ¿Porqué pensar en algo que no existe y desgastarse por alguien que en este preciso momento no está pasando ni pensando lo que tú?

Hay personas que están contigo y las haces sentir mejor, las haces sentir bien. Y quizá tú estás con esa persona pero no te sientes así. Llega el punto en que hay que ser egoístas, hay que estar con alguien que te haga una mejor persona, que te haga sentir mejor, que te deje algo.  

Hay que aprender a valorarse y conocerse un poco más. Quizá suene trillado, pero es la verdad, hay que darnos tiempo para nosotros mismos. Si nos dedicamos a nosotros comenzamos a ver las cosas de otra manera.

Después de la charla, recuerdo que quedé en un estado de semi shock muy extraño. No sé, quizá sus palabras cayeron en un momento justo. Tal vez la experiencia vivida los días anteriores buscaba salir de alguna manera y encontró una desembocadura natural en el sermón escuchado minutos atrás.

A partir de ese momento quedé un poco más tranquilo. Ese día en la noche, fue bastante cómico ver mi situación reflejada en mi compañero. Sentí que la gente en mi ciudad natal me miraba de ese modo en que yo observaba a mi camarada. Quizá es mi imaginación, pero esa es otra historia.

En resumen, mi viaje a Tijuana tuvo bastantes epifanías…

4 de junio de 2014

La de hoy...



Vengo a decirte lo mismo
que tantas veces te he dicho,
eso que poco me cuesta
y que tú nunca has oído.
Pequeña de las dudas infinitas,
aquí estaré esperando mientras viva.

Vengo a decirte que el tiempo
que ya llevamos perdido,
es sólo un tiempo pequeño
en el cielo del olvido.

Que todo el daño que tengo
de lo que ya hemos sufrido,
que no quise vivir de algo
para que hayas aprendido.

Porque como yo a veces sueño,
nadie ha soñado contigo,
que como te echo de menos,
no hay en el mundo un castigo.

Pequeña de las dudas infinitas,
aquí estaré esperando mientras viva.
No dejes que todo esto quede en nada
porque ahora estés asustada.

Vengo a decir que lo siento,
aunque no tenga un motivo,
para que cuando estés sola
sepas que a tu lado sigo.

Para que sientas que tienes
siempre a tu lado un amigo.
Porque no quiero perderte,
no quiero ser yo el perdido.

Porque como yo a veces sueño,
nadie ha soñado contigo,
que como te echo de menos,
no hay en el mundo un castigo.

Pequeña de las dudas infinitas,
aquí estaré esperando mientras viva.
No dejes que todo esto quede en nada
porque ahora estés asustada.

Tranquila que la luna no se apaga, que su luz siempre nos guarda.

1 de junio de 2014

De lo definitivo a la autoreflexión...

Definitivamente, nunca se le dará gusto a una mujer.

Definitivamente, nunca sabrás en qué jodido momento una neurona botará de su cerebro y hará que cosas diminutas se transformen en gigantescos espectros destructores que arrasarán con todo a su paso.

Definitivamente, lo peor que puedes hacer es caer, enredarte y vivir dentro de una espiral silenciosa en la que sabes no hay una salida positiva.

Definitivamente, hay veces en que aunque tu corazón diga mil cosas, aunque existan sentimientos hacia una persona, lo mejor es hacerle caso a la razón y alejarse en un momento justo, donde el impacto no sea tan fuerte y demoledor, que sea resistible y aliviador.

Definitivamente, nunca voy a entender a las mujeres. Y no pretendo hacerlo, simplemente me frustra no acoplarme a ese hecho.

21 de enero de 2014

Sinopsis semestral

Tengo casi una semana con la misma idea revoloteando en mi cabeza. 

Sé que me he mantenido alejado de este espacio personal por mucho tiempo, pero podría explicarse con las vivencias que me ha tocado experimentar últimamente. 

Puedo ser puntual y enfocarme en la más reciente situación. En la declaración que me hizo cuestionarme tantas y tantas cosas... 

Conocí a V en el trabajo. Ella, estudiante de universidad, cursando su último semestre. Una mujer muy guapa, que logra que cualquier tipo gire su cabeza para admirarla. 

Al comenzar a platicar con ella, me dio la impresión de que le llamaba la atención. Era constante su comunicación conmigo, sus ganas de salir o de saber en qué andaba metido. Por mi parte, yo seguía experimentando vivencias con Mc (si, la del último escrito) que me tenían un tanto emocionado y dedicado.

No iré más a fondo. Pero todo dio un giro intempestivo. Mi relación (que nunca se formalizó) con Mc acabó, por motivos personales que solamente ella sabe (Pd: no se define, no tiene idea de lo que quiere en la vida) e inició una etapa de reconocimiento con V. 

Comenzamos a salir. A convivir. A conocernos. Que sí sabíamos que éramos amigos antes que cualquier cosa, si, lo reconozco. Lo que si, es que empezamos a vivir situaciones de pareja (no entraré en detalles) con las que me sentí cómodo. El compromiso pero sin haberlo. 

Lo curioso, es que después de tanta convivencia, mi mente comenzaba a visualizar una relación. Algo dentro de mi estaba despertando, había sentimientos que nacían y con los que me sentía satisfecho. Creí que era cuestión de tiempo. El afrontar con seriedad la posibilidad de compartir con alguien se volvía una constante.

Pero, ¿qué pasa? Qué cuando menos te lo imaginas, y una vez más (si, otra vez) se te viene la vida abajo. Es cuando V se te acerca y te dice que se dará la oportunidad con alguien más. No lo ves venir y más sí tomas en cuenta que las citas continuaban. Es un golpe conciso que marea, que te deja al borde del nocaut y al que no tienes respuesta. 

Caray... Empiezo a pensar que existe algo que estoy haciendo mal. No sé si detectan cuando uno comienza a entrarle de lleno a algo y eso asusta. No sé si estoy eligiendo mal. No sé si no me doy a entender desde un inicio. No sé nada. Lo único que entiendo es que mis relaciones amorosas son cíclicas y repetitivas. Lo único que cambia son las actrices y la causa del alejamiento. 

Hoy sigo con una sensación extraña en el pecho. Sigo cuestionando porqués. Tengo casi una semana con la misma idea revoloteando en mi cabeza.

27 de septiembre de 2013

De M a Mc...

Casi dos meses sin pararme por acá... Y mi vida tomó un rumbo muy interesante. 

Lo puedo resumir en lo siguiente: A la M que ocupaba mi corazón, hay que agregarle una c. 

Mc. 

Después de durar varios meses torturándome con preguntas innecesarias, lamentándome por cómo habían sucedido las cosas con M; y sobretodo, después de ese escrito revelador de principios de agosto, me sorprende de manera grata cómo las cosas se me van acomodando.

Conocí a Mc en el trabajo. No lo voy a negar. La primera vez que la vi, me pareció muy atractiva. Recordé que en mi etapa universitaria había compartido alguna clase con ella. Con el paso de los días y semanas, comenzamos a platicar mucho. Los últimos embates del huracán M golpeaban mi vida. Ella, pues llevaba poco tiempo de haber empezado una relación. 

Pasaron las semanas y me di cuenta que mi cabeza ya no estaba pensando en el pasado. Mi mente se estaba involucrando en el presente. Y ese presente, tenía un rostro con unos impresionantes ojos verdes. 

Continué compartiendo tiempo con ella, y noté que era una persona diferente a mi. 
Carajo! ¿Cómo alguien como ella volteará a ver a una persona como yo? Pero en fin... Por primera vez en mi vida, ese refrán o dicho o lo que sea, que dice "No hay peor lucha que la que no se hace" se volvió un verbo, una forma de vida. "Vamos a intentarlo, vamos a ver qué sucede", me dije. 

Pero había algo que me frenaba. Su novio. 
Un domingo salimos, junto con un compañero de trabajo. Y después de unas horas, nos quedamos solos. Reconocí que el estar con ella me ponía contento. Ese freno que mencionaba líneas arriba me estaba dejando de importar. Tres días después de esa salida, mientras platicábamos por mensajes, me suelta la siguiente frase: "Acabo de terminar con mi novio". Admito que una sonrisa se dibujó en mi cara.  

Siguieron pasando los días y la relación con ella creció. Sin darme cuenta comenzamos a salir. Sentí que Mc se involucraba conmigo, sentí que comenzaba a nacer algo. Nunca me convencí de esos pensamientos, pero la esperanza de que fuera cierto me daba fuerzas para continuar el día a día.

No entraré en más detalles. Pero hoy, Mc y yo estamos en una etapa de reconocimiento. Dejando que las cosas fluyan y tomen el curso que tengan que tomar. Hemos hablado de nosotros. Hemos reconocido nuestros sentimientos. He tenido la fortuna de besarla. Ha cambiado mi perspectiva, honestamente...

Siendo sincero, no sé que rumbo tomará esta relación. De lo que si estoy seguro, es que el agradecimiento eterno estará, sobre todo por sacar a este pequeño saltamontes del hoyo en el que estaba y demostrarle que la vida siempre tiene mejores cosas esperando por uno.

Mc regresó la sonrisa a mi cara. 

Cambio y fuera.

6 de agosto de 2013

Analogía absurda de principios de Agosto.

Da la casualidad y la causalidad, que el día de hoy me dio por analizar la situación imperante en mi vida de forma metafórica. Lo curioso es que todas las metáforas y analogías que venían a mi mente eran un tanto absurdas, pero no por ello irreales. Digamos que, eran muy ciertas, aún y cuando los ejemplos e ideas que se plasmaban en mi cabeza se me hacían estúpidas. 

¿Todo esto a qué se debe? Pues resulta ser que después de casi 6 meses de haber terminado un ciclo con una persona, empiezan a aparecer otras personas, otras vidas, otras historias...

Es curioso, como después de tanto tiempo de, digámoslo así, "guardarle luto al amor perdido", de repetirte tantas veces que "no encontraré a nadie igual", "no estoy preparado para estar con otra persona", de repente la vida viene y te pega reverendo golpe en la mandíbula para marearte y decirte: "Mira cabrón, la vida sigue, adelante".

Es curioso, porque el enfrentarte a esta situación después de tanto tiempo, hasta cierto punto es aterrador... Es una sensación parecida al miedo, con negación constante; es no querer comenzar a darte la oportunidad de vivir, todo porque una de tus uñas sigue aferrada al pasado... 

Se me vinieron a la mente un sinfín de ideas... Y la siguiente se me hizo chistosa y tonta, pero puntual.

El tener una nueva ilusión después de "haber perdido el amor" es como cuando llega el cobrador a tu casa y no tienes dinero para pagarle. 

Llega, toca a tu puerta, dura un tiempo que te parece eterno afuera de tu casa llamándote; pero tú, con la vergüenza de no querer enfrentar al tipejo que está parado afuera de tu morada con unas ganas de arrebatarte tu dinero, lo único que atinas a hacer es no salir. Esconderte. Quedarte inmóvil dentro de tu casa dejando que aquella persona dure el tiempo que sea necesario afuera, hasta que decida retirarse. 

Lo chistoso y lo cierto viene a continuación. Podrás esconderte las veces que sean necesarias, podrás esquivar a aquella persona, podrás evitar darle la cara; pero a final de cuentas, tanto tú como esa persona tienen claro algo: Algún día tienes que salir a pagar tu deuda. 

Así que, aquí hay algo claro. O dejamos de hacernos pendejos, enfrentamos las cosas y nos damos el chance de vivir una nueva experiencia, o seguimos escondiéndonos y evitando enfrentar las nuevas situaciones que se presentan. 

Cambio y fuera.